viernes, 18 de febrero de 2011

GEOPOLÍTICA DE EGIPTO


Egipto forma parte de esos países en que las circunstancias de orden histórico y geopolítico desempeñan un papel muy importante, e incluso preponderante, en la definición y puesta en práctica de su estrategia. Situado en el centro neurálgico de la red de las comunicaciones mundiales, Egipto debe a su posición geopolítica aparecer unas veces como un actor privilegiado de las relaciones internacionales, otras veces como un objeto de competencia encarnizada entre las potencias dominantes del sistema internacional. Perteneciente, desde hace catorce siglos, a la civilización árabe-musulmán, su destino está orgánicamente ligado al del mundo árabe.

Sin embargo, estos diferentes factores "objetivos" no ejercen su influencia en la política exterior de Egipto de manera automática o conforme a caminos determinados e inmutables, sino en función del modo en que son percibidos por la élite política, en general, y por el jefe de Estado, en particular. Por eso, los objetivos de la política exterior, los recursos movilizados para alcanzarlos, así como los juegos de alianzas que se derivan de ellos pueden cambiar o evolucionar a través del tiempo. Es así como la conducta de la política exterior egipcia de la década de los setenta se ha desmarcado claramente de la de las décadas de los cincuenta y los sesenta. Egipto pasó, así, del campo "revolucionario" al campo "conservador", de una relación privilegiada con la URSS a una relación privilegiada con Estados Unidos, de la vanguardia del "movimiento nacionalista e unionista árabe" al "patriotismo egipcio" y de la lucha contra el imperialismo y el sionismo a la concertación de una paz separada con Israel.

Las observaciones que anteceden están encaminadas a subrayar la importancia del elemento "subjetivo" en la formación de la política exterior egipcia con relación al elemento "objetivo", cuya reafirmación, sin embargo, tanto en la época de Náser como en la de Sadat, es lo que viene a ponerla en crisis, al especificar los límites que la "subjetividad" no puede sobrepasar. La derrota de 1967 ha mostrado que existía un desfase entre los objetivos, los medios y los recursos movilizados para alcanzar esos objetivos. Este desfase en efecto, suscitó la respuesta de fuerzas exteriores hostiles, respuesta que culminó en la agresión israelí de junio de 1967, que logró asestar un golpe fatal al régimen naseriano. Por lo que se refiere a la política exterior de Sadat, ésta fue vivida por ciertas fuerzas del escenario interior egipcio como una violación de las exigencias de la historia y de la geopolítica egipcia y contribuyó a engranar un proceso que acabó en el asesinato del propio Sadat. Desde entonces, Egipto está en busca de un punto de equilibrio entre objetivos que estén en armonía con la historia y la geopolítica, por una parte, y los recursos reales o potenciales que puedan movilizarse para alcanzarlos, por la otra. La busca de ese punto de equilibrio es bastante lenta, pero constante.

La geopolítica de Egipto le impone, en efecto, tener una política exterior en dos partes. La primera pretende velar por su propia supervivencia y la incita a dirigir los ojos hacia sus fronteras meridionales para vigilar muy atentamente lo que ocurre en los países ribereños del Nilo, especialmente en Sudán y en Etiopía. Una segunda parte pretende velar por su seguridad y la incita a dirigir los ojos hacia sus fronteras orientales para vigilar lo que ocurre en Israel. Los demás aspectos de la política exterior egipcia, que se refieran a las relaciones Este-Oeste o a las Norte-Sur, así como a la dimensión árabe de esta política, son ampliamente dependientes de la concepción de la élite en el poder con respecto a los modos de velar por su seguridad contra las amenazas israelíes y de garantizar sus derechos sobre las aguas del Nilo, especialmente en período de escasez o de sequía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario